
SOGA Y MÁS SOGA CON MARINA TSVATIEVA
Bufón_ Que me ahorque. El que en el mundo
está bien ahorcado, no teme ya
a los colores
Shakesppeare, Noche de Epifanía
Dicen que empiezan a ver colores, que no hay remedio
Para volver a su condición de respirante,
Ese es el augurio y la posesión de ahorcado,
Ahora aquí está ella, con el regazo a oscuras
Y una soga enroscándose a su cuerpo como un arrullo de serpiente,
Ha querido colgarse del Kremlim o de la corona de los zares
Donde el miedo es una hogaza de pan que sigue tiritando en el horno,
Una falsa traqueotomía para la vida, la verdadera conflagración contra ti misma,
Contra tus ojos claros y contra el pelo corto
Desde tu daguerrotipo casi adolescente,
Restañando esa parte del diluvio que se advino contra ti
Como una lanza mortal, contra esa lluvia y sus dardos fetales
Naciendo en el descreimiento de toda ecuación posible.
Nadie bebe de la noche su antagonismo de veneno
Su cráter lunar donde seguro han de estar las poses capitales
Para determinar el horario de las muertes,
Las balas que han de traspasar la boca de tu esposo
Y el recuerdo de tus amantes etéreas que se adormilaron
Con la primera canción de cuna y el hijo acribillado
Por los minerales de la heredad sangrienta, todo eso
Para tomar el cordel y dar la forma del anillo nupcial
Para el pescuezo,
Luego dejarse ir y patalear nuevamente
Como un Dios
En la placenta del aire.
VUELTA A LA TSTATIEVA
Me cuenta un biógrafo que a través de un resabio de cristal
Pudo visitar Rusia y tertuliar un rato
Con Marina Tstatieva. Ella lo recibió con su rostro de hambre
Y el vestido raído y con el vaso de agua desbordado por la vendimia de los años
Y le brindó rodajas de salmón desesperadamente
Después de haber tomado
El vaho del día y las temibles noticias, de deudas
Muertes y encarcelamientos de vecinos y seres queridos.
El salmón –eso me cuenta- fue un regalo de Pasternak
Desde muy lejos, desde su cabaña donde podía ver el sol
Y el hielo que copulaba entre el aire y las cordilleras
De un marasmo, casi mortal, y donde los días solían ser espléndidos
Antes de la guerra y de las persecuciones
Y donde ella afirmaba que si hubiese conocido a Blok ella lo hubiese salvado
De la muerte, de ese miserable designio que arranca
De la fertilidad o la esterilidad a los poetas
Y que afiebrada prosiguió a leerle algunos versos
Oh MUSA DEL LLANTO, las más bellas de las musas
Y de ahí en adelante todo fue blanco y todo fue borrasca,
Un aguijón de estrellas para beber el café mugriento
Los panes quemados, las raciones lamentables para la apetencia
Y siguió leyendo hasta tomar un poco la costura
Dejada al descuido sobre el tiempo
Y afuera los caballos galopaban tratando de rumiar la libertad del horizonte
Las esquirlas intocables de las praderas afiebradas
El bastón de ébano que tendían los magos a la tertulia insaciable
Como un acertijo de bastos para la ausencia de los tropos
Que nos hacían caer verticalmente por un río
De espesa niebla, eso lo pintaron después algunos caricaturistas
Con sus tintas esclavas, aumentándole luego un par de historias
De romance o de preguntas que nos tocan el labio o el pececito de la espalda.
Hasta en las cenizas, nos sublevaríamos en rosa o en poema.
Y el biógrafo (que no conozco) y ella
Empezaron a atravesar la vasta noche
Que era como un solsticio
O como un páramo
Donde habitaban las especies desterradas
De ese imperio anterior, a lo que sucumbe
Y no da paso a la vida, tan movida para los que intentan
Cruzar la alambrada de la imposibilidad;
Ella, paloma de tierra, atadas las alas, cacofónicamente
Solía ir hacia las praderas y dejar poemas de protesta
En las ventanas, en los ofertorios del triunfo
En la ceniza,
La agilidad mental de su cuerpo
Que se balanceaba por las calles
Y eso era como ser miembro de la joven guardia
Cuando los himnos de la guerra
Eran audibles en todas las esquinas
Y la nieve era más mortal
Como el invierno en las entrañas
-Carcomiendo-
Todo recuerdo hermoso
Para volver cadáver
A las primaveras recolectadas en el cesto
Donde seguro nacerá un poema,
Una rama vertical de oro sobre el asombro.
CARTA 6
Marina:
¿Por qué usaste la misma soga cuando jugábamos de niñas?
Tú saltabas con esa elegancia de los ciervos cuando huyen
Con el fruto en la boca, yo lo hacía como un reno
Tratando de liberar sus cuernos del arbusto encendido.
Jugábamos de niñas y escribíamos los versos
Más hermosos de este bosque,
Los enterrábamos
Y solían tener memoria de arce, solían agitar sus ramas
Como el abedul de la siembra colectiva.
¿Por qué usaste la soga con la cual colgamos la ropa de nuestras muñecas
Y luego libertábamos al sol nuestras endechas
Esas ganas de tomar la vida y bordar una palabra
O engancharla al cabello como si fuese una maroma
O una mariposa a punto de volver a la crisálida
Y hacerse prosista de versos o hacedora de ríos
Para hondear la tierra? Escribimos algunas veces los mismos versos
Tuvimos las mismas vidas y los mismos juguetes
Un hambre igual para nuestros platos y cucharas
Trabajos forzados y encarcelaciones para maridos e hijos
Y hermanos que se perdieron como un silbato en la nieve.
Es la hora de aprender estos juegos. Se aprenden nuevos gestos
Y nos reparamos de la resaca del tiempo,
De la resaca de los primeros y novísimos licores
Que se nos revelan en la lengua.
Un vapor agrio que va despertando a las piedras
Y a las rayuelas extintas,
La mano impúber va resolviendo las líneas con la tiza,
Los números ensartados a tu cuello como cuentas,
Como augures de vidrio
O cuerpos que acuden al homicidio de la piel
A la permanencia del saludo a la hora de surgir
Entre los copos de hierro
O cuando vengas a buscarme con una marcha triunfal
Oxidada en los ojos
Extraviada en sus averías
En sus tuercas sangrantes
En sus tornillos fálicos por la carne resituada.
Insiste que hay una fogata en el rastro
Una fata morgana incrustada en la tierra.
Una misericordia azul en los días
Que se destiñen entre afelpadas colmenas.
¿Por qué usaste la misma soga que usábamos de niñas?
¿Por qué nunca fuiste mi verdadera compañera de juegos?
Ahora eres mi amiguita, mi amiguita imaginaria
Y detrás de ti la soguita sigue blandiendo mis piernas
Sigue blandiendo mi cuello.
La amiguita imaginaria es la muerte.
Prethodni tekstovi autora: GUÍA PARA TURISTAS DE ESCOCIA / A GUIDE FOR TOURISTS IN SCOTLAND